A Esteban, la soledad lo había hecho presa de su propia habitación. Eran aquellas cuatro paredes, y su ordenador, aparte de la conexión a Internet que mantenía con parte de la paga de jubilación que seguía cobrando mensualmente su madre, lo que le unía a un exterior cada vez más distorsionado, lejano y ajeno a todo lo que no le inspirara confianza. En definitiva, todo. Su reclusión era su propia militancia anómica. El pequeño piso que ocupaba con su madre estaba situado en un barrio humilde, venido a menos con los años después de la esplendorosa eclosión que le hizo ser envidia de pulcritud y ocupación obrera, acogiendo a familias de muchos de los pueblos de la provincia cercanos a la capital y siendo ahora guetto habitado por inmigrantes, en el intento de hacerse un hueco. Un hueco desesperado que estaba provocando la huida de muchas de las familias que habían conseguido escapar del barrio y huir de éste antes de esta última recesión. La de ahora, la que nos negam...
El uso que de la red estos 19 años últimos hemos hecho, ha provocado el que se dispersen nuestras aportaciones por multitud de espacios virtuales. Llegó el momento de intentar agruparlas en torno a "un mismo espejo". El comportamiento se contagia y la conexión entre nuestras neuronas tambien debe ser entendido como tecnología punta. Espero que os resulte interesante. Somos la literatura gris de la Blogosfera sanitaria.