Se hace difícil ensalzar la figura de alguien, ofertarle cariño a través de lo escrito y a través de los recuerdos, desearle lo mejor y agradecer como grupo.
Ello sin que el que escribe aquí, e
intentando ser la “voz consensuada” del resto, consiga un resultado que
se pueda intuir e identificar unísono y colectivo, en ese intento por
conseguirlo y sin que el mensaje no sea recibido y entendido como algo
personal y proveniente desde el corazón propio (en
este caso el mío), y por tener la oportunidad de redactar esta especial
editorial en un medio que es de todos y que hemos construido entre
todos.
En realidad se hace complicado, aunque seguro que mi sentimiento es el de la mayoría y al final podremos compartirlo:
Ralph Waldo Emerson dijo que un amigo es “una persona con la que se puede pensar en voz alta” y, también, que “la cortesía ha sido definida, cínicamente, como un artificio de las personas inteligentes para mantener a cierta distancia a los necios”.
Yo siempre he considerado a Jerónimo Romero-Nieva Lozano
mi amigo y una persona muy inteligente y cortés. No tengo ninguna
duda. Es evidente. Y digo ésto convencido y desde mi necedad
auto-descubierta en un montón de ocasiones. Muchas veces descubierta
mucho después de que él se me adelantara en ese descubrimiento que me
plantaba de una forma sutil justo delante de mis propias
contradicciones, he de reconocerlo. Lo mismo que reconozco haber sabido
crecer a través de ese sentimiento y es de agradecer.
Sería imposible recordar todo lo ofertado y compartido desde que “nos descubrimos” en la Red (cualquiera
poseerá su propia biografía compartida), en los foros y listas de
distribución enfermeras en los que empezábamos a copar ese espacio
virtual aprovechando las posibilidades emergentes de las nuevas
tecnologías y donde descubrimos que cuidar y compartir, desde
ese “otro lado”, también era posible; y que como un embrión que
después ha germinado y crecido en la conciencia y actitud colectiva
enfermera, fuimos posiblemente ensayando formas e instrumentos en todo
su potencial después desarrollado; reconociendo éstos como herramientas
para unir a la Enfermería de Urgencias y Emergencias:
compartiendo, generando y difundiendo todo el conocimiento
desarrollado por esta parte de la profesión, e intentando argumentar su
peso específico y especialista, a pesar de los escollos. Unas veces
personales, compartidos y comprendidos. Otras veces impuestos, intuidos
y denunciados. Otras conocidos y callados o disimulados en beneficio
de todos, lo sé.
Cualquier pieza musical posee un movimiento, aire o “tempo” a través del que se hace referencia a la velocidad de ejecución de la misma.
Yo he comprobado en muchas ocasiones y en
estos últimos doce años el virtuosismo de Jerónimo en esa ejecución por
tiempos de lo que ha sido la partitura y el devenir de la SEEUE (que yo no voy ahora a descubrir) y, a pesar de haber imaginado y querido muchas veces un “presto” en sus respuestas y actitud, he llegado a comprender otras tantas, y algunas “invitado a entender”, que un “Adaggio”, lento
y majestuoso, es lo que requerían montones de cuestiones de las que, y
creo no descubrir tampoco nada, se nos ha hecho partícipes de la mano
de su conocimiento y de su actitud de generosidad, como presidente,
como enfermero y como persona. Cuando él ha descubierto, a la vez y en
cada uno de nosotros, tanto nuestros potenciales como nuestras
“miserias” y hándicaps. Otorgando ese “tempo”, cariño y
respeto a quien en cada momento ha querido sumar a su particular sueño y
consiguiendo que éste se hiciera colectivo y de todos: Grande.
Yo, e imagino que muchos de vosotros, hemos
visto despedirse muchas ocasiones a Jerónimo. Lanzar el guante para
otras tantas recogerlo de nuevo una vez consensuada la necesidad e
idoneidad de su continuidad y aprovechando su disposición y entrega.
Hoy si que parece que ha creado alrededor
suyo las condiciones y el apoyo suficiente como para dejarlo de una vez
en el suelo y yo, por ello y por él, porque lo entiendo e intuyo
tranquilo y satisfecho, me alegro y creo que todos nos alegramos
infinitamente.
Estoy convencido de que el regalo más grande
a todos estos años de trabajo y, a la vez, ése mismo que estoy
convencido que él hubiese querido para todos nosotros y que aún está
por llegar y por el que seguro seguirá volcando esfuerzo y ganas,
debería haber sido el de nuestra especialidad y diferenciación profesional reconocida académicamente. Y
entiendo también que ése debe seguir siendo nuestro objetivo: Más que
como logro en sí (tantas veces trabado), como una actitud de conjunto
en la que sigamos demostrando que nuestra área entiende los cuidados al
paciente urgente y de emergencias con el mayor compromiso, tildado
éste de humanismo y rigor científico, y con todos los argumentos que
estos años hemos aportado alrededor de la idea de qué nos une y qué nos
hace “diferentes” al resto de enfermeras. Argumentos de los que
Jerónimo nos ha hecho cómplices y partícipes y que se quedan en ese
guante que debemos seguir portando, sabiendo que el perfume de su mano
siempre va a estar ahí.
Seguiremos haciendo grande todo lo que él
nos ha enseñado, ha sabido hacernos ver y nos ha regalado. Gracias. Un
beso y abrazo enormes de toda tu familia enfermera.
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